Hay una versión que se remonta a la época de Alfonso X El Sabio, que decretó servir comida para mitigar los efectos del vino tomado por sí solo en los mesones de Castilla. Quería evitar que la bebida se subiera pronto a la cabeza.
La otra versión es más contemporánea que se remonta a una parada realizada por Alfonso XIII en el mesón Ventorrillo del Chato, que le quedaba de camino en una visita a Cádiz, que el monarca aprovechó para degustar un vino de Jerez. Estando sentado en la terraza, se levantó una ráfaga de viento, y el mesonero cubrió el vaso con una loncha de jamón para evitar que le entrara el polvo. De ahí, el origen del nombre, porque en la jarra donde se servía la bebida venía tapada por un poco de comida, tipo cuña de queso, rodaja de embutido o loncha de jamón. Con eso evitaba que algún insecto volador, cayese sobre la bebida. De ahí, la tapa. Es por este motivo que cobra más sentido este origen.